En respuesta al texto de Jose Omana:
Ahora los escuálidos sí van al museo --Gracias a un experimento de Carmen Hernández--
Escribo solo algunas notas que de seguro adolecen de la serenidad requerida para hablar de este proyecto con amplitud y que también sigue generando acontecimientos y actualidades. A pesar de eso hay varias certezas que lo rodean.
De lo que escribes, lo estimulante está en que partes de una preocupación sobre lo que ocurre en Venezuela y que abarca al arte producido y difundido acá.
Que creo, no se limita al espectro específico de una exposición o de las acciones de historiografía marginal del arte venezolano. Ese interés es el que en una primera instancia considero importante ya que es el motor del aparato crítico y productivo que mueve al arte. Revelando también, que hay una opinión y expectativas para con algo.
Sobre las opiniones, en lineas generales, creo que no deben ser imparciales ni despolarizadas; no creo en la despolarización como ideal para el ejercicio del pensamiento y acción de vida, la neutralidad total no responde a la conformación social ciudadana y política real. Las opiniones, más aún si emanan de un interés colectivo, deben fundamentarse y defenderse, defenderse bien. Creo que el problema no es la opinión polarizada o parcializada, el problema está en no someterla a la revisión, sin confrontarlas, ni contrastarlas, por ello le atribuyo a la dialéctica su capacidad como proceso ampliativo y constructivo, así toque discurrir entre pétreos maniqueísmo.
Esa amplitud brindada por el debate de ideas, es la del territorio del conocimiento como tu lo denominas. Un territorio que no debe cercarse, limitarse ni condenarse a estrechos linderos. He allí el problema. Tienen que generarse canales de encuentro para las posiciones diversas, más aun si se trata de abordar al arte que transita sobre parámetros soportados por la subjetividad. No exigiría la despolarización, al contrario exigiría el debate y las revisiones de esas ideas. Lo que se percibe en este momento es la fragmentación auspiciada por el desencuentro que deriva de la política partidista actual. Que lleva al silencio, a la oscuridad y desconexión en estrechas parcelas cuando más nos urge revisar el patrimonio de la creación artística venezolana, que es también reflejo de lo que pensamos como nación, y para ello, amplio debe ser el territorio o continente que lo abarque.
El solo hecho de ser legitimas las aspiraciones que sustenten cualquier opinión, así sean polarizadas y hasta destructivas; evidencian el pulso del arte, que como organismo casi siempre es esquivo o inaprensible. Su pulso al menos es una prueba gratificante de que está dando signos de vida en este país; y sihistoriografía (cosa que todavía no me siento con licencias de atribuirle) tuviera un sentido, es el de participar en el espacio en el cual habita el arte en la actualidad para evidenciar rasgos de su condición actual.
Como puede ocurrir en muchos casos lo realizado se erige con una autonomía que rebasa la lectura de las figuras que conforman su contexto (reproduzco un fragmento de un decálogo que leí recientemente hecho por Lucas Ospina dice: "7. La lectura de una obra de arte tiene solo tres enemigos: el artista, el crítico y el espectador - intente por un breve momento no ser uno de ellos-" (Una historia crítica en ocho capítulos y medio 2008) y en este caso son muchas las cosas que no se han premeditado abarcar y llenar aunque si gravita la noción de lo que no se es.
Aunque creo que es evidente, te lo ratifico: No somos ni pretendemos ser una propuesta historiográfica. Eso si, con los contenidos tratados circulamos como tejido en datos existentes que refieren al arte venezolano, pero sin recurrir sistemáticamente a estos, sin aspirar el rigor del método, ni la permanencia teórica en el tiempo y su pertinencia científica y social, que reviste a una Historiografía con la H mayúscula. Que tu, como aprecio en lo que escribes, esperas ver en forma de nuevo canon o paradigma. Nosotros optamos por la inmediatez de comunicar el dato hallado en un contexto en el que el patrimonio de nuestra memoria esta desperdigado en retazos dispuestos en la oscuridad. Ademas sobre un país que en su infraestructura más básica se muestra inestable. (y allí están, desde nuestras bibliotecas con sistemas ineficientes para hallar sus contenidos, los escasos centros de documentación, los museos -caso GAN- que tiene personal insuficiente, sin una línea de teléfono ni página web institucional, con vigilantes que el jueves no cumplieron con la labor más elemental de cuidar la integridad de una obra de arte, en donde se confunden obras planas con afiches y que permiten los saqueos que mencionas, infraestructura que abarca desde la luz que se va, el agua que todavía es racionada en muchos lugares, la harina de maíz que cuesta encontrar).
Lo decía el jueves. Estando en la Reveron veía a estudiantes que tuvieron su primer encuentro con Obregon (1946-2003) por el fanzine que se repartía allí y por los versos de Alfred. También otras, muy cercanas y con trayectoria amplia, que se enteraban en una conversación gestada por los integrantes del proyecto, de que este año (2013) hubo la primera gran retrospectiva del mismo artista y que no asistieron por desconocimiento, o desinterés, por lo que ocurre en el otro extremo de la ciudad, de vislumbrar las dimensiones de la brecha y permitirse cerrar los ojos cuando más nos urge observarnos.
Sobre esa brecha, quizás bruscamente, informalmente, casi siempre motorizados por un devenir que cuestiona cualquier capitalización teleológica fija, hemos ido al recinto donde se difunde el arte con la estrategia del espejo, del grito, de la improvisación a irrumpir en el silencio mortuorio, en la brecha; como acción contingente.
En la marcha creo avizorar hacia donde no se debe ir pero no puedo apelar a una directriz ya que tampoco funcionamos como colectivo con vocería única ni pensamiento centralizado. Cosa que bajo una noción cognitiva concebida territorialmente me resulta interesante en lo particular, porque la descolocación, la desterritorialización tiene sus ventajas para el ejercicio crítico y no condiciona el flujo de las actividades emprendidas en una sola dimensión.
Reitero, este proyecto opta como estrategia, a la acción contingente, pretendiendo abordar, emplazar al silencio o brecha que rodea a las instancias en las cuales circula el arte. En esa brecha, en ese silencio en el cual espero que tu y otros también empiecen a aportar datos e información con escritos en sus respectivos blogs o trincheras de opinión. Espero profundices sobre Reverón y su condición de antropólogo burgués y discrepes de lo que Boulton nos legó, así como muchas otras visiones y estudios que aún faltan.
No representamos a ningún poder y me cuesta creer que nos considerarían abanderados de intenciones hegemónicas, de ser así, dudaría de inmediato de la seriedad y capacidad de los mismos así como de los alcances de su hegemonía. Hemos estado en Periférico Caracas, la ONG la GAN sabiendo que el destinatario y la escena de fondo, es el arte venezolano hecho y soportado por personas venezolanas o no, con buenas intenciones o sin ellas, competentes o no, contradictorias y coherentes, politizados o no, pero que han dejado algo acá. Algo que omitimos o sumergimos en el pantano de la amnesia.
Mi escuela de artes, que es tuya también, no contempla a nuestros artistas, no produce textos críticos para nuestra actualidad o pasado próximo, muchas personas que construyeron los museos y la infraestructura institucional están fuera del país y con ellos el testimonio de lo que se hizo y cómo.
Creo que hay que aprovechar la existencia de espacios de arte contemporáneo y esperar que perduren y se reproduzcan; que hayan museos eficientes que hagan su labor responsablemente, que funcionen iniciativas y centros culturales públicos, privados, individuales, colectivos, comunitarios que auspicien la circulación del arte. Un esfuerzo particular como Tráfico visual busca informar y acudir a la actualidad del arte contemporáneo en Venezuela y la región, agradezco su existencia porque representa un perfil informativo que no existía. Esperaría más espacios en donde se pueda confrontar sobre lo que se enseña en las universidades, se expone y sus contenidos.
Sobre tus opiniones hacia nosotros, considero que son las más afectadas de la osadía del desconocimiento. Evidencian la ignorancia de las trayectorias biográficas y del desarrollo y temática de los trabajos artísticos de cada una de las individualidades que conforman a Historiografía. Si antes hubieras hecho el ejercicio de revisión de esas trayectorias, fuera de un estrecho cerco donde las certezas son las sombras de los prejucios, creo que tu sentido común te hubiera alertado de lo categóricas y desproporcionadas que son. En eso hay que ser cuidadoso porque son las cosas que no hablan bien de un investigador, un teórico o una persona que pretenda impulsar discursos sólidos con bases solidas.
Lamento que ese estrecho cerco tampoco te haya permitido llegar a la GAN donde creo que pudiste compartir algunas experiencias y visiones. Esa ausencia te hace en buena medida contribuyente de la brecha existente que he descrito. Brecha que es también silencio.
Ese silencio que nos rodea solo señala el desencanto por restituir una amplia memoria colectiva, un silencio que resulta desolador e infertilizante.
allí comienza historiografía
Rodrigo Figueroa HMAV
Que creo, no se limita al espectro específico de una exposición o de las acciones de historiografía marginal del arte venezolano. Ese interés es el que en una primera instancia considero importante ya que es el motor del aparato crítico y productivo que mueve al arte. Revelando también, que hay una opinión y expectativas para con algo.
Sobre las opiniones, en lineas generales, creo que no deben ser imparciales ni despolarizadas; no creo en la despolarización como ideal para el ejercicio del pensamiento y acción de vida, la neutralidad total no responde a la conformación social ciudadana y política real. Las opiniones, más aún si emanan de un interés colectivo, deben fundamentarse y defenderse, defenderse bien. Creo que el problema no es la opinión polarizada o parcializada, el problema está en no someterla a la revisión, sin confrontarlas, ni contrastarlas, por ello le atribuyo a la dialéctica su capacidad como proceso ampliativo y constructivo, así toque discurrir entre pétreos maniqueísmo.
Esa amplitud brindada por el debate de ideas, es la del territorio del conocimiento como tu lo denominas. Un territorio que no debe cercarse, limitarse ni condenarse a estrechos linderos. He allí el problema. Tienen que generarse canales de encuentro para las posiciones diversas, más aun si se trata de abordar al arte que transita sobre parámetros soportados por la subjetividad. No exigiría la despolarización, al contrario exigiría el debate y las revisiones de esas ideas. Lo que se percibe en este momento es la fragmentación auspiciada por el desencuentro que deriva de la política partidista actual. Que lleva al silencio, a la oscuridad y desconexión en estrechas parcelas cuando más nos urge revisar el patrimonio de la creación artística venezolana, que es también reflejo de lo que pensamos como nación, y para ello, amplio debe ser el territorio o continente que lo abarque.
El solo hecho de ser legitimas las aspiraciones que sustenten cualquier opinión, así sean polarizadas y hasta destructivas; evidencian el pulso del arte, que como organismo casi siempre es esquivo o inaprensible. Su pulso al menos es una prueba gratificante de que está dando signos de vida en este país; y sihistoriografía (cosa que todavía no me siento con licencias de atribuirle) tuviera un sentido, es el de participar en el espacio en el cual habita el arte en la actualidad para evidenciar rasgos de su condición actual.
Como puede ocurrir en muchos casos lo realizado se erige con una autonomía que rebasa la lectura de las figuras que conforman su contexto (reproduzco un fragmento de un decálogo que leí recientemente hecho por Lucas Ospina dice: "7. La lectura de una obra de arte tiene solo tres enemigos: el artista, el crítico y el espectador - intente por un breve momento no ser uno de ellos-" (Una historia crítica en ocho capítulos y medio 2008) y en este caso son muchas las cosas que no se han premeditado abarcar y llenar aunque si gravita la noción de lo que no se es.
Aunque creo que es evidente, te lo ratifico: No somos ni pretendemos ser una propuesta historiográfica. Eso si, con los contenidos tratados circulamos como tejido en datos existentes que refieren al arte venezolano, pero sin recurrir sistemáticamente a estos, sin aspirar el rigor del método, ni la permanencia teórica en el tiempo y su pertinencia científica y social, que reviste a una Historiografía con la H mayúscula. Que tu, como aprecio en lo que escribes, esperas ver en forma de nuevo canon o paradigma. Nosotros optamos por la inmediatez de comunicar el dato hallado en un contexto en el que el patrimonio de nuestra memoria esta desperdigado en retazos dispuestos en la oscuridad. Ademas sobre un país que en su infraestructura más básica se muestra inestable. (y allí están, desde nuestras bibliotecas con sistemas ineficientes para hallar sus contenidos, los escasos centros de documentación, los museos -caso GAN- que tiene personal insuficiente, sin una línea de teléfono ni página web institucional, con vigilantes que el jueves no cumplieron con la labor más elemental de cuidar la integridad de una obra de arte, en donde se confunden obras planas con afiches y que permiten los saqueos que mencionas, infraestructura que abarca desde la luz que se va, el agua que todavía es racionada en muchos lugares, la harina de maíz que cuesta encontrar).
Lo decía el jueves. Estando en la Reveron veía a estudiantes que tuvieron su primer encuentro con Obregon (1946-2003) por el fanzine que se repartía allí y por los versos de Alfred. También otras, muy cercanas y con trayectoria amplia, que se enteraban en una conversación gestada por los integrantes del proyecto, de que este año (2013) hubo la primera gran retrospectiva del mismo artista y que no asistieron por desconocimiento, o desinterés, por lo que ocurre en el otro extremo de la ciudad, de vislumbrar las dimensiones de la brecha y permitirse cerrar los ojos cuando más nos urge observarnos.
Sobre esa brecha, quizás bruscamente, informalmente, casi siempre motorizados por un devenir que cuestiona cualquier capitalización teleológica fija, hemos ido al recinto donde se difunde el arte con la estrategia del espejo, del grito, de la improvisación a irrumpir en el silencio mortuorio, en la brecha; como acción contingente.
En la marcha creo avizorar hacia donde no se debe ir pero no puedo apelar a una directriz ya que tampoco funcionamos como colectivo con vocería única ni pensamiento centralizado. Cosa que bajo una noción cognitiva concebida territorialmente me resulta interesante en lo particular, porque la descolocación, la desterritorialización tiene sus ventajas para el ejercicio crítico y no condiciona el flujo de las actividades emprendidas en una sola dimensión.
Reitero, este proyecto opta como estrategia, a la acción contingente, pretendiendo abordar, emplazar al silencio o brecha que rodea a las instancias en las cuales circula el arte. En esa brecha, en ese silencio en el cual espero que tu y otros también empiecen a aportar datos e información con escritos en sus respectivos blogs o trincheras de opinión. Espero profundices sobre Reverón y su condición de antropólogo burgués y discrepes de lo que Boulton nos legó, así como muchas otras visiones y estudios que aún faltan.
No representamos a ningún poder y me cuesta creer que nos considerarían abanderados de intenciones hegemónicas, de ser así, dudaría de inmediato de la seriedad y capacidad de los mismos así como de los alcances de su hegemonía. Hemos estado en Periférico Caracas, la ONG la GAN sabiendo que el destinatario y la escena de fondo, es el arte venezolano hecho y soportado por personas venezolanas o no, con buenas intenciones o sin ellas, competentes o no, contradictorias y coherentes, politizados o no, pero que han dejado algo acá. Algo que omitimos o sumergimos en el pantano de la amnesia.
Mi escuela de artes, que es tuya también, no contempla a nuestros artistas, no produce textos críticos para nuestra actualidad o pasado próximo, muchas personas que construyeron los museos y la infraestructura institucional están fuera del país y con ellos el testimonio de lo que se hizo y cómo.
Creo que hay que aprovechar la existencia de espacios de arte contemporáneo y esperar que perduren y se reproduzcan; que hayan museos eficientes que hagan su labor responsablemente, que funcionen iniciativas y centros culturales públicos, privados, individuales, colectivos, comunitarios que auspicien la circulación del arte. Un esfuerzo particular como Tráfico visual busca informar y acudir a la actualidad del arte contemporáneo en Venezuela y la región, agradezco su existencia porque representa un perfil informativo que no existía. Esperaría más espacios en donde se pueda confrontar sobre lo que se enseña en las universidades, se expone y sus contenidos.
Sobre tus opiniones hacia nosotros, considero que son las más afectadas de la osadía del desconocimiento. Evidencian la ignorancia de las trayectorias biográficas y del desarrollo y temática de los trabajos artísticos de cada una de las individualidades que conforman a Historiografía. Si antes hubieras hecho el ejercicio de revisión de esas trayectorias, fuera de un estrecho cerco donde las certezas son las sombras de los prejucios, creo que tu sentido común te hubiera alertado de lo categóricas y desproporcionadas que son. En eso hay que ser cuidadoso porque son las cosas que no hablan bien de un investigador, un teórico o una persona que pretenda impulsar discursos sólidos con bases solidas.
Lamento que ese estrecho cerco tampoco te haya permitido llegar a la GAN donde creo que pudiste compartir algunas experiencias y visiones. Esa ausencia te hace en buena medida contribuyente de la brecha existente que he descrito. Brecha que es también silencio.
Ese silencio que nos rodea solo señala el desencanto por restituir una amplia memoria colectiva, un silencio que resulta desolador e infertilizante.
allí comienza historiografía
Rodrigo Figueroa HMAV
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